Nació,creció,jugó,fue feliz, y se muere cada día un poco,como todos,si,pero de una forma dolorosa,triste;como todos o casi todos,sigue en la misma calle del barrio de nuestra niñez,donde fuimos compañeros de "la lleva","el cogín de guerra,"la vuelta a colombia",de los picaos de fútbol con porterías de piedras,de tardes caucheriando en algún mangón cercano al barrio.Un padre alegre, bebedor alcohólico,trabajador,buen vecino;una madre resignada y silenciosa,cuatro hermanos mayores que él.
Se hizo joven y se lo llevaron al ejercito;aprendió a conducir y a su regreso se empleó como chofer en alguna fabrica;conoció el amor y engendró un hijo al cual aun tiene presente en medio de la niebla que ocupa su cerebro;vivía la vida de una manera sencilla y creo que era feliz.Su abuela octogenaria,luchó para que le colocaran en la pila bautismal un nombre que siempre sería motivo de controversia sobre como se escribía,si con Y o con J,si llevaba H en el medio o no;la viejita cuando le preguntaban sobre donde había encontrado ese nombre no sabía responder si quizá en algún sueño o si era el nombre de un viejo amor que había tenido por allá por el 900.El hijo terminó por aceptar la propuesta de su madre,por puro cariño, y terminó cagandose en el muchacho,le colocó ese nombre que la barriada terminó por reducir a "viejo Joy",con el que siempre se le identificó.
Cuando más feliz parecía su vida,un domingo cualquiera viejo Joy cogió la pequeña moto de un amigo para ir a visitar a su hijo que vivía aparte con la mamá;a escasas dos calles de la nuestra y mientra esperaba en una esquina su oportunidad para cruzar,un sujeto que acababa de robar otra moto,en su huida desaforada,golpeó la de viejo Joy por un costado,le tiró hacia la acera con la mala fortuna que su cabeza chocó contra el filo del cordón de cemento.
El ladrón,como en las películas, escapó y a viejo Joy le llevaron hasta el seguro social donde no le atendieron pues su patrono le había desafiliado hacía ya varios meses,aunque le descontaba su aporte mensual muy juicioso y le entregaba una tarjeta que servía para lo que sirven las tetas de los hombres,pues era falsa.Al final le atendieron en el san Juan de dios,operaron su maltrecho cerebro,le formularon pastas "hasta los últimos días de su vida y los primeros de su muerte",y le mandaron para su casa.
Viejo Joy se fue recuperando físicamente,pero su cerebro se había quedado pegado en los tiempos y sucesos ocurridos hasta el día del accidente.El presente solo dura eso, el presente;cada nuevo minuto ya no recueda el anterior,en cambio repite discursos completos con historias anteriores,historias que de tan repetidas preocuparon al principio a sus padres y vecinos quienes al final aprendimos a vivir esos dos mundos,el nuestro con pasado,presente y algo de futuro y su pasado firme y su fugaz presente;para muchos de quienes llegaron luego a la calle,eran motivo de "destrabe" y de disgusto con nosotros, quienes no admitíamos burlas para con viejo Joy.
El padre de Joy se jubiló y la situación económica se fue haciendo cada día más precaria;el escaso dinero alcanzaba a duras penas para comer y comprar las pastas.Se fueron acumulando los recibos de agua, luz,los del predial;ante ésta situación, los hermanos mayores se abrieron y dejaron cada día en el olvido más cruel a sus padres viejos,enfermos y a su hermano discapacitado;nadie comprende esa actitud, aunque alguno anota que quizá sea venganza por la mala vida que el padre y su alcoholismo les proporcionaron.
La casa se fue derruyendo despacio, como ellos.La madre fue perdiendo la razón,quizá como mecanismo de defensa para su vergüenza y dolor;el padre se sentaba cada mañana de cada día en el antejardin en una vieja mecedora a leer y releer una vieja revista o a cantar tangos de gardel,despistando la mala situación.La mala alimentacion,la soledad,o quizá el desamor,terminó con la vida del padre;una mañana casi al medio día, extrañado ante la ausencia del papá en la mecedora,un vecino curioso preguntó por él;Joy fue hasta su cuarto a buscarle y así se supo de su muerte.Joy no sabía que hacer y su madre le miraba como quien mira un árbol,una nube;los vecinos ayudaron a organizar el entierro,los hijos mayores aparecieron y luego de la ceremonia ante los llamados de atención por su comportamiento,se marcharon pronto.Aparecieron luego para disputarse quien quedaría cobrando la pensión del padre ante la demencia de la madre;alguno de ellos terminó por encargarse, y le llevaba algo de alimento a la vieja y el hijo,mientras las empresas municipales desconectaban agua y luz y el municipio amenazaba con cobro jurídico.Poco tiempo aguantó la madre;unos meses después falleció y para su entierro se repitió la misma situación:reclamos de parte de los vecinos que les vieron crecer y la ida presurosa sin escuchar siquiera los consejos para que buscaran que la pensión quedara para el hijo discapacitado y no muriera de hambre y miseria.Nadie sabe en que quedó lo de la pensión;se dice que solo esperan que el viejo Joy muera, para vender lo que aun se pueda vender.Algún familiar le acerca algo de comida que los vecinos complementan con su generosidad;alguien le conecta de contrabando el agua para su aseo cada vez mas escaso;cuando la casa tiene olor insoportable,los vecinos hacen minga y la lavan y asean lo mejor posible.
Al viejo Joy, las convulsiones le aparecen cada vez más seguidas;él se sienta como su padre en la vieja mecedora de la que las convulsiones le tiran constantemente y se golpea su maltrecha cabeza contra algún muro,una piedra, el suelo.En esa mecedora, Joy repasa cada día de cada semana de cada año,unos viejos papeles en los cuales según dice, están las recomendaciones de no se sabe que general,para que cuando estalle la guerra contra no se sabe quien,sea llamado primero que nadie a las filas y así ganar dinero para que su hijo vaya a la universidad y se haga piloto;no olvida jamás que tiene un hijo que vive "en los estados unidos,por los lados de España" el cual le ha pedido a la mamá ayuda para su papá y que ella se la ha dado,pero no sabe porqué no se la han entregado todavía.
A veces lo observo meciendose mientras repasa sus papeles,y se me encoge el alma recordando la niñez,la juventud compartida;observo como su casa va perdiendo parte de su fachada y va muriendo también, solidaria con Joy;como se van esfumando ambos y con ellos parte de la vida de esa calle del barrio,de una historia común con tantas alegría y no pocas tristezas;tal vez la guerra estalle,y entonces viejo Joy renazca y con él la casa, la calle, la niñez que se marchó sin darnos apenas cuenta.