sábado, 3 de abril de 2010

PAN DE CINCO






Siempre ,mientras jugábamos a la vuelta a colombia, al cuadro,el bombo o las rajas en algún rincón del anden frente a mi casa,aparecía él."Pan de cinco",le decían,un niño apenas algo mayor que cualquiera de mis amigos de juegos,pero que a diferencia de todos,tenía en su cara ,en su piel las marcas de su vida en las calles,al igual que en su vocabulario.Casi todos los padres,sentían cierta aversión a que compartiéramos con él,pues decían que "tenía más mundo que san benito".Su apodo provenía de su costumbre diaria,luego de terminar de vender los periódicos o trasportar algún canasto con mercado,llegar hasta la tienda,comprar un pan de cinco,un dulce de guayaba y una cola-cali,abrir el pan meter en medio el dulce y morder un trozo y pasarlo con la bebida,una anilina embotellada.Nadie conocía su verdadero nombre y no se tenía muy claro su lugar de residencia.A pesar de todo lo que jugaba en su contra,yo le admiraba por su seguridad y tranquilidad ante la vida de la calle,que a la mayoría nos inquietaba y atraía; también sentíamos cierta envidia pues él siempre tenía para comprar trompos,bolas y demás chucherías.

Nunca participaba en los juegos,además de que nunca le invitábamos, porque a él le gustaba más vernos jugar y darnos indicaciones o reírse de nuestras fallas.

Cierta vez, ante mi pregunta -¿vos de donde sacás plata?-me respondió:Yo trabajo,mijo!,trabaje pa que tenga plata para sus juegos y mecato!

Y la recomendación no se quedó ahí,pues un día me propuso un negocio;se lo comenté a mi papá y él junto a mi mamá escucharon mis razones y después de cantaleta,recomendaciones y la advertencia que si descuidaba el estudio todo acababa,Pan de cinco y yo montamos nuestra empresa:fabricábamos chuspas de papel periódico para vender en la galería a los vendedores de
frijol,alverja,ulluco y hasta papa amarilla.Pan de cinco conseguía los periódicos y en mi casa mi mamá nos hacia el engrudo;trabajábamos desde las nueve de la mañana hasta antes de irme para la escuela y al dia siguiente de la fabricacion,salíamos para la galería con varias docenas de chuspas y al final de la venta repartíamos las utilidades;en adelante,yo también tenía para comprar juegos o reponer el trompo que me destrozaban en las rajas.

Pasados varios dias,mi socio no volvió a aparecer y yo continué buscándome los periódicos,fabricando las chuspas y vendiéndolas y claro, ganando más pues trabajaba más.

Luego de casi dos meses de la extraña ausencia de mi ya ex-socio,nos llegó una noticia que nos atemorizó mucho a mis padres y a mi y con el tiempo a toda la ciudadanía:pan de cinco, había aparecido asesinado y violado en un mangón detrás de la Garantía y su asesinato se terminó asociando con otros que ya habían sucedido en la ciudad.

A partir de ese día,mis padres me ordenaron liquidar la empresa,pues el temor ya se había apoderado de la ciudad y ningún padre responsable permitía que sus hijos se desplazaran solos a la escuela u otro lugar.Yo, sentí mucha pena tanto por los ingresos que dejé de percibir como por el final de ese niño que me había enseñado tanto sobre la supervivencia,el carácter,la decisión y que pasó en un momento de vender miles de periódicos con noticias de seres anónimos, a ser protagonista de una más,y porque quizá la página con la foto de su cuerpo tirado en un basurero,serviría para envolver algún alimento,en esa ciudad donde los pobres le daban tantos usos a los periódicos inservibles.Siempre le recuerdo, más ahora,cuando abundan los Pan de cinco y con los periódicos no se pueden hacer chuspas.