miércoles, 2 de junio de 2010

DE SEIS A DOS, DE DOS A DIEZ,DE DIEZ A SEIS...


Ya no busco ansioso tu mano
temblorosa para protegerte
al cruzar la calle;
Ahora, mi mano temblorosa
busca la tuya para protegerme
al cruzar la calle.
¿qué es lo que ha pasado entre
los dos hijo?
El tiempo,papá,entre los dos
solo ha pasado el tiempo.


Nació cuando una crisis económica generada muy lejos,azotaba sin misericordia nuestra nacion.Era el segundo hijo de una familia formada por una mujer humilde y un hombre dedicado a la mineria;ese hombre murió a escasos dos años de su nacimiento privandole a él de conocer a su padre y a mi de conocer a mi abuelo.
La abuela se enfrentó a la dura tarea de criar dos hijos sin más ayuda que la de sus manos,con las cuales arrancaba los zapayos que crecian en los rastrojos de los terrenos baldios aledaños a esa futura ciudad,para cocinarlos,amasarlos hasta convertirlos en papilla y luego servirlos a sus hijos acompañados de un poco de café.
Fueron años de lucha ardua y sin descanso;mi padre y su hermano,lograron llegar hasta el segundo año de primaria,momento en que la abuela no lograba obtener los recursos necesarios para que continuaran y se viera obligada a dejarles en su rancho,mientras ella buscaba el sustento.
Durante esa busqueda,se relacionó con otro hombre,dedicado igualmente al oficio de buscar en las entrañas de la tierra, ese tesoro negro que llevaba brillo a la vida de los patronos y oscurecía la de los trabajadores,empezando desde dentro,en sus pulmones hasta llegar a la piel.
Por algunos dias,las esperanzas de mejoramiento de la vida renacieron en la abuela y sus dos hijos,pero en el juego de la vida que ellos jugaban,las cartas venian marcadas;un derrumbe,de tantos que ocurrian,sepultó al nuevo padre,al nuevo esposo,y a las ilusiones creadas.
De aquellos momentos felices solo quedó un nuevo hermanito,que le enseño definitivamente a mi padre y su hermano,el camino del trabajo de los hombres, aunque ellos fueran solo unos niños.
Así, mi padre inició su vida de adulto,siendo niño,y aprendió a vivirla por turnos.
Primero se ocupó llevando viandas con comida a los mineros y cuando su cuerpo logró algún desarrollo,entonces se atrevió a pedirle al capataz que le incluyera en alguna cuadrilla,picando el carbón o empujando coches hasta la salida de la mina;la lampara asignada para su cabeza,debió ser modificada con la invención nativa para que lograra fijarse en su pequeña cabeza y las recomendaciones para cuidarse del grisú,se dieron entre bromas,pero logrando su objetivo de asustar como metodo de aprendizaje.
Aprendió a defenderse del gas,de los coches descarrilados y como no, de los compañeros borrachines y pendencieros en las infaltables bebetas de fin de semana,a las que accedió casi sin darse cuenta.
La abuela sufría viendo a uno de sus hijos sumergido en el mundo de los mineros,compuesto de labores extenuantes,bebida, tabaco y mujeres y rezaba para que encontrara pronto otra ocupacion que le llevara por caminos más placenteros y constructivos.Las oraciones de la abuela,al parecer fueron escuchadas pero debió pagar antes algún costo:mi padre fué herido en una pelea con un minero de mayor edad y muy violento,que le propinó un para de puñaladas que casi le cuestan la vida.Durante su convalescencia,se aficionó a algo que le marcaría para siempre:la lectura.
Los médicos y enfermeras le proporcionaban revistas y escritos de diferentes temas;por medio de uno de esos médicos,que motivado al ver esa extraña combinación de relativo analfatebismo con las ansias de conocimiento,le recomendó ante un directivo de una naciente fábrica,los sueños de la abuela se hicieron realidad.
Luego de ese inicio,mi padre trasegó por muchas fabricas,aprendiendo diferentes oficios en los que lograba sobresalir por su habilidad para aprender,desarrollada quizá con el apoyo de su incanzable amor por la lectura.Olvidó su afición a la bebida y los vicios aprendidos en sus años de minero,formó un hogar y se entregó en cuerpo y alma a la construcción de un mundo para sus hijos,donde la prioridad fuera la educación "para que no pasen las penurias que yo pasé",aunque para ello consumiera su juventud y madurez por turnos,en una fábrica siempre de seis a dos,de dos a diez o de diez a seis,turnos a los que yo me adapté para esperarle y recibir algún mecato,pero ante todo,las revistas o periódicos que nunca faltaban y con los cuales logró contagiarme ese virus de la lectura, que algunas veces produce placer y otras angustia y dolor.
Abandonó este mundo cuando una crisis económica,generada muy lejos,azotaba nuestra nación.
Fué un ser humilde,orgulloso,trabajador y anonimo como miles en nuestra nación,que no tiene estatua en ningún parque,pero al que yo le contruí un monumento en mi memoria donde no le coloco coronas de flores,pero si cada nueva lectura a la que me enfrento y así sepa que no fué vana su lucha ni perdidos sus turnos.