martes, 2 de noviembre de 2010

CASTIGADO POR LA TECNOLOGÍA

Luego de terminar las tareas,cuando tenía alguna pendiente,a eso de las siete de la noche,solía coger uno de mis juguetes preferidos del fondo del patio para salir a la calle a jugar,una rueda de caucho que no era más que el recorte de la de algún carro,y un trozo de palo de escoba que usaba como controlador de la rueda:si quería girar a la izquierda,hacía fuerza con él en el lado derecho de ella o al lado izquierdo si quería girar a la derecha;quería mucho ese juguete,quizá tanto como a una pelota o un fusil de madera que papá había labrado pacientemente antes de algún diciembre.Antes de salir a la calle me colocaba una cachucha de color rojo,
que tenía estampado el nombre de una pintura:Pintuco.Esa cachucha era casi como un documento de identidad para mí,pues nunca me separaba de ella cuando jugaba.
Un día cualquiera,pedí permiso a mi mamá para salir a jugar y ella me lo concedió luego de revisar mis cuadernos y constatar que no habían tareas pendientes.Al salir a la calle,lo primero que noté fue una aglomeración de niños ante el antejardin de la casa de una de las esquinas de la cuadra;me acerqué un poco para saber de que se trataba;la casa tenía un muro de cemento y sobre él una reja de hierro,ambos recién construidos;era la única casa con esos adelantos pues en ella vivía una familia cuyo padre al decir de los vecinos había conseguido trabajo en una fábrica muy buena donde se ganaba mucha plata;la fábrica quedaba por los lados de yumbo y se llegaba a comparar el trabajar en ella con ganarse la lotería.Nadie supo o quizo decirme que motivaba la aglomeración,preocupados como estaban por subirse en la reja para tener una mejor visión hacia la sala de la casa.
Me quedé un poco alejado de la reja,más preocupado por no perder mi rueda que por descubrir el misterio.A los pocos minutos se apagó la luz de la sala de esa casa y una especie de resplandor blanquecino alumbró las caras y cuerpos de los niños subidos en la reja;de ese grupo de niños surgió una exclamción de asombro y alegría ante lo cual no resistí y me acerqué mucho más sin descuidar mi juguete mientras indagaba que era lo que veían;sin poder conseguir un puesto en la reja,al fin alguien respondió de entre la multitud a mis preguntas:!es que han traído un televisor,no ve!?.
Pues yo no veía más que el resplandor que subía y bajaba de intensidad y a los muchachos que empezaron a pasarse adentro del antejardin;luego que el primero lo hizo la desbandada fue tal que después de mucho gritar la dueña de casa para que se salieran,ésta fue hasta el patio y trajo un Platón lleno de agua que arrojó sobre los niños invasores.Hubo risas, insultos y demás,pero los niños no lograban dominar su curiosidad y seguían rondando el antejardin tratando de ver lo que mostraba el televisor sin perder de vista a la dueña de casa que había dejado el Platón con agua muy cerca de la puerta;mientras tanto yo miraba desde el otro lado de la calle y decidía que no valía la pena tanta lucha por mucha televisión que fuera.
Los dueños de la casa en determinado momento decidieron cerrar la puerta y la ventana y yo eché a andar mi rueda para dar mi primera vuelta a la manzana mientras escuchaba algunas palabrotas de los niños y algunos adultos ofendidos por la medida tomada.
Al pasar de nuevo cerca de la casa en cuestión,algunos muchachos planeaban la forma de vengarse por la actitud de los dueños del televisor;pasé junto a ellos y fui a dar mi segunda vuelta;Justo al pasar de nuevo por el sitio,corriendo junto a mi rueda de caucho,escuché gritos y maldiciones desde dentro de aquella casa y alguien que decía:!fue el de la cachucha roja que va corriendo allá!.
Terminé mi tercera vuelta y al aproximarme a casa,noté que la aglomeración era ahora allí;mi mamá me esperaba muy disgustada junto a la señora de la casa del televisor;en medio de la montonera alcanzaba a escuchar voces que repetían:!él no fue!;y yo no había sido el que según la vecina del televisor,había tirado una piedra de gran tamaño por la pared de su patio y roto una "sopera preciosa recién comprada".
Mi madre me hizo entrar y le prometió a la vecina que cuando llegara mi papá el hablaría con ella para arreglar lo de la sopera;mientras esperaba la llegada de papá, mi mamá me regañaba y advertía que sería castigado fuertemente por él,pues nos tenía prohibido muy claramente,meternos con los vecinos o causar daños en sus propiedades;cuando llegó mi papá,yo estaba muy tenso al igual que mis hermanas,y repasaba en silencio o al menos lo intentaba,la cartilla de lectura;mi papá saludó y sus sensores extraordinarios le alertaron pues lo primero que preguntó fue:¿ha pasado algo?.Era indudable que conocía el hogar y sus integrantes profundamente;mi mamá le contó el suceso mientra yo miraba asustado la cara de papá e imaginaba su reacción.
¿Usted tiró esa piedra?me preguntó directamente.No señor,contesté tembloroso y empecé a dar mi versión que él escuchó atento;luego de escucharme dictó sentencia:!vaya acuestese y ésta semana no sale más a jugar! y a mamá le dijo:ahora después de comer voy a hablar con esos vecinos;y así lo hizo y supe que acordó pagar la "preciosa sopera".Nunca se habló más en casa del accidente y yo volví a jugar con mi rueda de caucho y jamás intenté siquiera tratar de ver esa maravilla que decían era el televisor que tenían en la casa de la esquina,y cada diciembre,para el fin de año, cuando los vecinos pasaban de casa en casa deseando el feliz año,yo aprovechaba para negarle la mano a esa vecina dueña del televisor que me había hecho castigar injustamente y además pagar a mi padre algo que yo no había dañado;ella reía y me llamaba rencoroso.
Pasaron los años y me hice adulto y la señora se hizo anciana,y los fines de año ya no pasaban los vecinos a desear feliz año y en todas las casas habían televisores y en las calles ya no habían niños jugando con ruedas de caucho y no se volvieron a romper preciosas soperas y nunca se supo quien rompió aquella de mi infancia,pues yo no lo hice.