lunes, 1 de junio de 2009

Sabados de cine


Durante los últimos dias de la semana,había observado como mi papá y don Francisco se hacian en el andén a conversar,luego entraban a la casa de él o a la nuestra y señalaban las paredes y hasta median algunos tramos.
Para mi, algo estaba pasando o estaba a punto de pasar;Llegué a pensar que quizá planeaban cambiar las paredes que aun eran de esterilla para empalmarlas con las del patio que empezaban a ser de ladrillo.Como habia poco o ningún dinero,casi todos los vecinos,al menos aquellos que tenian la fortuna de un trabajo algo estable,iban cambiando su rancho de esterillas y guaduas paso a paso,lentamente y sin apuro,como habian aprendido a hacerlo todo,educados por las dificultades,quienes les marcaban los tiempos de la realizacion de sus sueños.
En casa de don Francisco, ya habia un salon con paredes de ladrillo,quizá por eso después de varias entradas y salidas a ambas casas,parecieron tomar una decisión y hasta el día sabado en la mañana no se volvieron a reunir.
Un poco antes del medio dia de aquel sábado,mi papá preparó en el patio,dentro de una caneca cortada por la mitad,una mezcla de cal y agua ,la cual revolvió muy bien y condimentó con rodajas de limón,como preparando una pócima mágica.Luego se trasladó a casa de don Francisco con su preparado y empezó a aplicar su menjurje sobre un gran tramo de la pared valiendose de una especie de brocha echa de cabuya,un isopo.
Luego de cubrir casi media pared y esperar un par de horas,una segunda pasada con el preparado,me mostró una vez más,que papá era el único ser capaz de superar a los heroes de mis lecturas infantiles,el único que tenía suficiente poder para hacer aparecer en nuestra casa el alimento diario,nuestro calzado,nuestros cuadernos valiendose solo de sus manos y para trasformar una insípida pared cubierta de cemento en una reluciente y deslumbrante pantalla para cine;si, porque al llegar la tarde,don Francisco se apareció con un cargamento de enseres que empezó a organizar hasta dar forma a una maquina que tenía en sus extremos anterior y posterior unas como ruedas de carro con radios concentricos y entre dichos extremos,una cavidad con una bombilla que emitia una potente luz:una proyetora de cine.
Como testigo privilegiado,observé como don Francisco a la vez que colocaba piezas y ejecutaba movimientos,explicaba a papá la mecánica de la proyección.Al echarla a andar,se escuchaba un zumbido monotono, y sobre la blanca pared-obra maestra de papá- apareció un recuadro extrañamente amarillento y una figuras de personas que ivan y venian como con demasiada prisa para mi parecer.
Luego de las pruebas,mi papá y don Francisco se encargaron de informar a algunos vecinos que en casa de éste último se presentaría cine,más que nada para los niños.
Al llegar la noche,a casa de don Francisco se empezó a acercar tanta gente, que su esposa, misia Adalgiza-poco amiga de tanto niño junto-empezó a renegar y reclamar a su esposo por su ocurrencia de !dar cine en su casa!.
La pequeña sala se llenó a tope,la ventana, la puerta no soportaban más presión y hasta silbidos se escuchaban,reclamando por la demora en el incio de la función.De nuevo cobijado por las influencias,yo estaba sentado justo en frente de la pantalla,en el suelo rodeado de otros niños y adultos que se habian dado prisa en llegar primero.Don Francisco apagó la luz de la sala dando incio a la funcion:se nos presentaron por primera vez las aventuras del gordo y el flaco,con sus caidas, golpes y demas acciones que nos hacian reir con gusto tanto a los niños como a los adultos.No se hicieron esperar las protestas porque no se escuchaban las voces de los actores y don Francisco se desgañitaba tratando de explicar a una muchedumbre enardecida, que la pelicula era muda.Para rematar,cada que se terminaba un rollo,los murmullos de reclamo no se hacian esperar y entonces misia Adalgiza,aconsejada por el calor encerrado en la sala de su casa,el ladrido agobiante de sus perros amarrados en el patio y su reticencia a la compañia de niños,se despachaba a gusto, increpando a sus forzados huespedes, su mala educacion y su desverguenza porque ademas de gratis el espectaculo lo querian bueno y bonito.
Esa noche inaugural en medio de calores, silbidos, ladridos, reclamos y demas accesorios,yo me sentí feliz, como quizá muchos otros de haber descubierto ese mundo donde las personas realizaban funciones como las nuestras, y despues de alegrarnos nuestras vidas,se recogian para descansar juiciosos , en silencio y obedientes dentro de los rollos de cinta negra que don Francisco metía a su vez en unas cajas circulares de metal gris y las cerraba, tal vez para evitar que algún rebelde intentara escapar.
A raiz de los "disturbios" presentados por la incapacidad de la sala habilitada por don Francisco y mi papá, al sabado siguiente se adecuó con la ayuda esta vez de otros vecinos,la pared exterior de la casa de la esquina, cuyo dueño accedió a que le blanquearan un buen trozo para oficiar de telón,con la condición que cuando fuera él a repellar le ayudaran a picar esa porción de pared, pues según decía, el cemento del repello no pegaría sobre el ladrillo blanqueado;el acuerdo se hizo,se adjuntaron las cuerdas para llevar energía hasta la calle y conectar la proyectora y el nuevo teatro quedó listo para su segunda gran función.Misiá Adalgiza se mostró satisfecha,dejó de darle cantaleta al pobre de don Francisco, y le indicó que hasta sus perros estaban contentos de que se sacara toda esa caterva de vagos de su casa.
El sabado siguiente el clima en la sala publica era otro;el publico se atrevió hasta llevar asientos y los colocaron delante y no faltó algún acomedido muchacho que se subió al poste a aflojar la bombilla para crear el ambiente de penumbra tan imprecindible en toda buena sala de cine.
Mientras disfutábamos de las aventuras del gordo y el flaco,la sala se mostró algo apatica,y entonces don Francisco,con una sonrisa de presagio de triunfo,sacó otros rollos y los instaló:apareció entonces la figura de un hombrecillo con baston,sombrero como de mago y un pequeñisimo bigote bajo su nariz:acabábamos de conocer al inigualable Charlot, a Charles Chaplin,que nos embrujaría para siempre y nos acompañaría incluso hasta nuestra vida adulta con su talento y peculiar forma de hacer reir.Era tal su magia,que alguna noche vimos acercarse sigilosa hasta la sala publica a misia Adalgiza,que haciendose la disimulada,como quien no quería la cosa,acudía al llamado ineludible de la risa y la alegría.
Luego de muchas funciones que luego incluyeron peliculas de vaqueros y vampiros,don Francisco anunció al final de una de ellas, que debía entregar la máquina a su dueño,quien había regresado de unas vacaciones en su pais de origen:era uno de sus jefes,un hombre extranjero amante del cine y su difusión.
La cuadra volvió a su rutina, a su lucha diaria por la consecusion de la subsistencia,pero con nuevo aliciente,con una nueva conciencia de la alegría,de la felicidad,con la satisfación de haber conocido un poco más de los sueños, de la magia,que para ellos no eran tan ajenos y de la manos de un hombre,que aunque no tenía hijos,era uno de los mejores padres del mundo,siempre pensando en la felicidad y la alegría de los niños.,!un padre de pelicula!