miércoles, 6 de abril de 2011

LAS FLORES DEL MAL


Mientras mamá lavaba nuestra ropa en el lavadero de la casa de inquilinato,nuestra hermana mayor se ocupaba de colaborar en el cuidado y distracción mia ya que era el más pequeño.Para facilitar la labor de mi cuidado,nuestro padre había construido un cajón con las tablas que le habian regalado en la fábrica,sobrantes de los embalajes en los cuales llegaban las materias primas y/o herramientas importadas desde paises en el otro lado del oceano;mi cajón obstentaba entonces letreros en pintura negra y en idiomas desconocidos y misteriosos.
Nuestra madre repartía su tiempo en jabonar una cantidad de ropa,ir hasta la cocina a revisar las ollas y el estado de su contenido,regresar a enjuagar la ropa, estenderla en los alambres del patio y vuelta de nuevo a la cocina. Yo,Como todos los niños del planeta,creo, lloriqueaba y pedia atención continuamente,la cual me proporcionaba segùn su capacidad,mi hermana mayor quien solo contaba con cuatro o cinco años;carritos de madera,muñecos de trapo,y cualquier cosa que calmara mi llanto iba a parar al fondo de mi cajón.
Un dia cualquiera,mi salud empezò a dar motivos de preocupación,ya que el vomito y una diarrea estomacal me acompañaron durante varios dias seguidos;los remedios caseros y los medicos no lograban controlarlos,hasta que un vecino,frustado medico,indicò que lo mio era una infección intestinal y con un fraso de estraptomana logró mi recuperación.
Lo mejor de todo fué que aquella especie de "mèdico a palos", se dedicò a buscar la causa de mi infección hasta descubrir que no era otra cosa que las flores de un árbol de resucitado junto al que se colocaba siempre el cajòn de mi cautiverio para aprovechar la sombra que proporcionaba y del cual mi pequeña hermana tomaba sus flores y me las entregaba al haber descubierto que su colorido y sabor dulzón lograban el milagro de calmar mi llanto.Al árbol como a mi hermana se les perdonò su falta,pero mi cajón se empezò a ubicar lejos de la sombra y las flores del resucitado.El tiempo ha pasado y durante su trascurso he disfrutado el almibar de algunas otras flores,que como aquellas de la infancia calmaron mis angustias y tristezas y que si me han hecho daño,estoy seguro que igualmente,lo hicieron sin intención.