En mi infancia,me causaban especial deleite los dias nublados, grises, que presagiaban lluvia pues luego de la lluvia disfrutaba jugando en los charcos aunque corriera serios riesgos de ser castigado.Ahora, durante los dias grises,frios y lluviosos del otoño en éstas latitudes,se adentra en mi espiritu ese virus llamado nostalgia,que arrasa, que trasporta a épocas quizá con más carencias materiales pero pletóricas de momentos felices y sencillos.
Al acercarse la navidad,su espiritu se sentía en el ambiente y como todo niño, empezaba a fabricar sueños en mi mente sobre aquello que me gustaría recibir el día del niño dios;inmerso en la inocencia soñaba, pero acostumbrado a las carencias intuía que todo podría quedarse en meros deseos e ilusiones.
Casi siempre papá llegaba el último día con algo de dinero para comprar comida,algo de ropa o juguetes, pues en sus trabajos, la "prima" siempre llegaba a última hora,eso cuando tenía trabajo.
Un día de navidad,al despertar,encontré de regalo de niño dios, un camión de cabina de latón y color azul,con cajón de madera;me invadió la alegría natural e inmediatamente empecé a jugar con él y ayudado por mi papá, le até una piola delante para arrastrarlo,pues aun no se le permitía a los juguetes el moverse por si mismos.
Pasados algunos días,un compañero de juegos insinuó que mi camión era casi identico al que había recibido el año anterior de parte del niño dios y pensé que algo de razón tenía,pues al cogerlo entre mis manos sentía como si sus formas estuvieran "hechas a mis manos".
Un día, expontaneamente,mientras mi papá me ayudaba a reponer la piola con la que tiraba del camión le dije que ese camión se me parecía mucho al que había tenido el año anterior;mi papá no dudó en darme la explicación:el niño dios se dió cuenta que usted quiere mucho ese carro del año anterior y quizá por eso le trajo uno muy parecido!
De ésta manera mi papá se libro de la comprometedora explicación que incluiría el saber que debido a la dificil situación económica que nos rondaba constantemente, había tenido que pintar de otro color el carrito que me había comprado el año anterior y de paso destruir la ilusión de la existencia de un ser superior, arraigada en mi cerebro infantil.A mí me bastó la explicación y agredecí el conocimiento y la sabiduría del niño dios,quien siempre estaba pendiente de mi felicidad y alegría.A partir de ahí,disfruté mucho mi nuevo camión y de paso busqué infructuosamente el antiguo para organizar alguna competencia;viendo mi afán en la búsqueda y mi extrañeza por no encontrar el anterior juguete,papá hizo de nuevo la claridad en mi mente:el niño dios se lo llevó para entregarlo a otro niño muy pobre!;aquel año mi felicidad fué doble al imaginar que en algún lugar de mi ciudad, otro niño sería tan feliz como yo!.
domingo, 9 de noviembre de 2008
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